Por fin llegó el día esperado.

Viernes 29 de abril, 20:00, Fermín y Félix pasan a recogerme.

Nos esperan cuatro horas y media de viaje. Llegamos a Cilleruelo de Bezana, donde nos esperan , José, Layla, Mariano, Marisa, y Javier,  en el Albergue.

Después de una fugaz cena, nos vamos a dormir porque nos espera un día de emociones fuertes.

Sábado 30, se reúne con nosotros Roberto, que viene de propio desde Madrid para acompañarnos en esta aventura.

Después de desayunar para coger fuerzas, nos dirigimos a Covanegra, nuestro objetivo de hoy.

Organizado el material necesario, salimos a la búsqueda del motivo de nuestro viaje, la Sima de Covanegra, enclavada en un páramo de singular belleza.

Una vez en la boca, José y Mariano, comienzan la instalación del primer fraccionamiento, para acceder al espectacular pozo de 40 metros que da entrada a la cueva.

Terminada la instalación, y con José y Mariano ya dentro, le toca el turno a Javier, seguido de Félix, y Fermín que baja conmigo en paralelo.

Una vez reunido el grupo, iniciamos la búsqueda de la Sala de las Hadas, un lugar, mágico, como su propio nombre indica, recubierta en su totalidad de corales.

Dejamos atrás una gatera y nos dirigimos a un paso estrecho lateral donde nuestros compañeros realizan la instalación para atacar el último rapel, que nos permitirá acceder al balcón, después de trepar y destrepar.

Fascinado por las vistas, me quedo atascado en un paso estrecho, que logro superar con la ayuda de Mariano.

Llegados al balcón nos encontramos con un museo donde podemos ver la creatividad de los espeleólogos, que esperando su turno, han matado el tiempo esculpiendo con la arcilla del lugar numerosas figuritas.

Lamentándolo mucho, sin haber llegado al final de la cueva, debemos regresar, ya que se nos ha hecho tarde.

Esperamos poder volver pronto a terminarla.

 

Texto: Claudio

Fotos: José Ballesta