No íbamos a dejar fundirse las nieves sin disfrutarlas una vez más en un recorrido por lo mejorcito de nuestro pirineo, el Parque de Ordesa. Dada la envergadura de la excursión prevista, llegar hasta la boca de la Gruta de Casteret, decidimos pasar la noche en un refugio de Torla para al punto de la mañana emprender la marcha. Nos fuimos juntando venidos de Zaragoza, Huesca, Binéfar, Monzón, Barbastro, Jaca, Pamplona y Lérida. En total dieciséis entusiasmados montañeros ávidos de fatiga y satisfacciones.

Nos levantamos a las cinco de la mañana y a las seis y cuarto ya estábamos caminando desde la Pradera de Ordesa hacia el Centro de visitantes (1.320 m.), donde comienza la senda que nos interna en el bosque. Iluminando nuestros pasos con la luz de los frontales la dura subida va generando grupos según las fuerzas y el ritmo que cada uno quiere imprimirle a esta primera parte del ascenso. A las 08:00 salimos del bosque y podemos contemplar el siguiente tramo, la parte inferior del Circo de Carriata. Normalmente un sendero zigzagueante nos llevaría hasta la base de las clavijas, pero dada la abundancia de nieve y restos de aludes decidimos subir por el cauce del barranco, menos expuesto. De este modo, y asegurando algún remonte con cuerda, llegamos a las 09:00 a las Clavijas de Carriata, ya que el paso de La Fajeta está impracticable por nieve. Sin ninguna dificultad superamos las clavijas ya que se encuentran libres de nieve y hielo; a partir de aquí los crampones se hacen imprescindibles, el manto nivoso lo cubre todo. Anhelando el fin de tanta subida llegamos por fin al Umbral de Catuarta (2.300 m.), desde donde el recorrido se suaviza mucho y podemos disfrutar de un precioso paisaje de alta montaña invernal. Son las 10:30. Ya provistos de raquetas llaneamos por las Aguas Tuertas de Salarons, enclave idílico en verano ahora oculto por la nieve.
Los abundantes valles con poljés alimentan nuestra imaginación con extensos sistemas subterráneos. A lo lejos vemos el monolito (2.400 m.) formado por piedras que han ido dejando generaciones de montañeros que marca los Llanos de Salarons, amplia llanura de inundación a los pies del Pico Blanco. Nuestros pasos se habían acostumbrado ya a lo llano, y vemos el suave repecho que nos lleva al Cuello de Salarons (2.500 m.) desde donde ya podemos ver nuestro objetivo, la Gruta de Casteret. Se va abriendo ante nosotros una magnífica panorámica con el Casco, la Brecha de Rolando, la Falsa Brecha y el pico Taillón. A estas alturas de la jornada los diferentes grupos se han dispersado enormemente, cada uno a su marcha, que aquí hemos venido a disfrutar. El día es inmejorable, un cielo limpio de nubes y sin viento nos anima a seguir el trayecto. Da pena perder la altura conseguida, pero no hay otro remedio y bajamos hacia los Llanos de Millaris, otra zona de inundación que impresiona cuando se retiran las nieves por su extensión entre semejantes cumbres; son los contrastes de los terrenos kársticos. Para llegar a la boca de la cueva preferimos hacerlo por el Cuello del Descargador (2.498 m.) y girar a la izquierda por una fuerte pendiente que nos deja ya muy próximos a la boca de la cueva. Desde aquí podemos ver a todos los grupos que poco a poco siguen nuestros pasos, pequeños puntos negros en la vastedad de la superficie blanca. La hora de llegada del primer grupo son las 13:00, un poco más tarde de lo previsto pero no nos preocupa mucho por lo benigno de la meteo. Lo primero es descargar nuestras espaldas de las pesadas mochilas invernales, recuperar el aliento y dar buena cuenta de los bocadillos. Salimos al sol a contemplar cómo se aproximan nuestros compañeros; a medida que van llegando compartimos las sensaciones del recorrido, diferentes para cada uno de nosotros. Un prolongado y merecido descanso nos permite deleitarnos con las magníficas vistas; comenzamos el regreso escalonados, casi tanto como a la ida. A pesar de la magnífica tarde que tenemos tampoco demoramos mucho el regreso para asegurarnos el descenso de las clavijas y el barranco con buena luz. Ahora las raquetas son imprescindibles, aun con ellas nos hundimos bastante y las horas transcurridas van haciendo mella en la resistencia y la moral; nuestro mayor deseo es llegar al bosque, donde el recorrido ya no reviste dificultad. Ahora los descensos de las laderas de nieve primavera se tornan muy divertidos para aquellos que emplean técnicas “surferas”, y de este modo llegamos a Catuarta a las 17:30. Instalamos cuerdas para el descenso de las clavijas, viendo ralentizada la progresión por el delicado destrepe del barranco, y por fin llegamos al protector sendero del bosque. Nuestras cansadas piernas y sobre todo los castigados pies ya están deseando llegar a los coches para verse libres de las rígidas botas invernales, y son las 21:00 cuando al fin podemos liberarlos de semejante opresión. Pocos minutos después de llegar el último grupo se hace de noche, esto sí que ha sido una actividad “de sol a sol”. Intercambio de opiniones, que pasan de derrotistas nada más llegar a eufóricas en unos pocos minutos, el tiempo justo de ponerse cómodos y recuperar las fuerzas gastadas.
Dado lo dilatado de la hora sin muchas ceremonias ponemos rumbo a nuestros respectivos puntos de origen, con muchas ganas de coincidir en futuras actividades.

Topografía extraida del libro “Cavidades de Aragón”

ATENCIÓN:
Dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está prohibida la práctica de la espeleología, estando incluida dentro de dicha prohibición la Gruta de Casteret.

Fotografías de:

Raúl García
Miguel-Ángel López