Tras sonar el despertador a las cinco de la mañana, comienzas el día con esa pregunta que viene siendo ya característica desde que os he conocido de ¿Quién narices me habrá mandado apuntarme a este viaje en un sábado? pero bueno, en cuanto te pones en marcha recuerdas la experiencia que te espera y también el por qué de semejante sacrificado madrugón.
Comenzábamos nuestra andadura a eso de las 6:20 de la mañana en Zaragoza, como viene siendo habitual estábamos citados en la puerta del club, habíamos quedado a las 6 pero alguno se peleó con el despertador y adivinar quien salió victorioso jejeje.
Desde ahí salimos Javier V., Miguel-Ángel y Yo (Héctor) rumbo a Huesca, donde nos esperaba puntual como un reloj Beti y un poco antes de llegar a nuestro punto de destino recogimos a Luis M., con lo que ya estábamos los 5 magníficos listos para la aventura.
A medida que amanecía se empezaba a vislumbrar el genial día que nos iba a hacer para nuestra subida a esta emblemática cima del Pirineo Francés que viene siendo el Midi d’ Ossau, una montaña de origen volcánico que con sus 2.884m de altitud, se muestra imponente sobre todas las demás, despertando un cierto magnetismo que invita a subirla, cima que por otra parte nos era ya familiar a todos, pero que ninguno habíamos afrontado nunca.
Casi nada más pasar el antiguo puesto fronterizo de el Portalet y ya en el Valle de Aspe-Ossau, en territorio galo, llegamos al aparcamiento desde donde iniciaríamos la caminata, no sin antes sorprendernos de la cantidad ingente de coches y por lo tanto del montón de gente que nos íbamos a encontrar en la ruta.
Conquistado por primera vez en 1787 por un sencillo pastor del valle (puso un hito de piedras como prueba de su ascenso) y debido al encargo de un geólogo, nosotros ni cortos ni perezosos cogimos el equipamiento y salimos a buen paso rumbo al refugio Pombie, dispuestos a rememorar su hazaña.
El camino comenzó suavecito cruzando un pequeño arroyo a través de un puente y continuando con una bonita pradera hasta llegar a una cabaña ganadera donde empieza lo realmente divertido, siguiendo con una pendiente que no dejó a esas horas de la mañana indiferente a nadie, (de hecho al cuarto de hora de empezar a andar estaba ya envuelto en agua). Continuamos a buen ritmo el ascenso hasta que llegamos a la altura del refugio (2.039 m) y donde en esta clara mañana ya se mostraba majestuoso el Midi d’ Ossau, nuestro objetivo.
En este punto nuestro particular diablillo del grupo nos hizo la primera proposición indecente del día, aunque no sería esta la última, proponiendo subir por otro lado en vez de por la ruta clásica, cosa que el resto de los 4 angelitos del grupo rechaza. Salvada la tentación de cambiar de ruta tomamos rumbo al collado de Souzon (2.127 m), comenzamos atravesando una zona de caos de rocas de todos los tamaños, fruto de los numerosos desprendimientos que se dan en la zona y seguimos rodeando el pico perdiendo en algún momento algo de altura. Casi a mitad de este trayecto nuestro geólogo particular nos da una clase teórica sobre el movimiento del antiguo glaciar que hubo ahí y explicándonos el porqué de las curiosas formaciones de rocas que veíamos; parecían hechas con un tractor de lo bien formadas que se encontraban, que no eran otra cosa que las morrenas depositas por el glaciar en sus respectivas formas laterales, centrales, terminales…
Una vez en el collado de Souzon (2.127m), nos desviamos a la izquierda y subimos una pequeña cresta y por fin llegamos al meollo de la cuestión, el pico propiamente dicho, momento en el cual nos encontramos con la primera de las tres chimeneas (una escalada de unos 15 aproximadamente de grado II) y también con el primer gran tapón de gente, cosa que iba a ser común en el resto de la ruta (lo cierto es que eso parecía el Port Aventura de los picos, ¡que de gente!!). El líder del grupo no sin antes consultar qué nos parece, decide sabiamente atacar por el lado derecho de la primera chimenea con el fin de no tener que estar esperando eternamente toda la fila que se ha formado, a pesar de ser temprano y haber madrugado, con lo que nos calzamos el casco y comenzamos a trepar ansiosos por lo que nos vamos a encontrar.
Hay que decir que además de mi primer pico, era mi segunda escalada oficial, con lo que los nervios se dejaban notar a pesar de que luego resultó asequible dada la gran cantidad de puntos de agarre que se encontraba uno y las condiciones óptimas en las que se hallaba la montaña pues la roca estaba seca y agarraba bastante bien.
El grupo avanzó, haciendo gala de cierta decisión (a pesar del respeto que infunde el subir por una pendiente tan pronunciada sin asegurar) y consiguiendo un adelantamiento que sería clave para quitarnos de enmedio la masa crítica de gente que se había ido formando en el primer punto complicado de la ruta y que luego permitiría que subiéramos mucho más tranquilos y sin agobios.
Tras un pequeño tramo de ascenso por unos senderos zigzagueantes llegamos a la segunda chimenea (30m aproximadamente de Grado II+) en la que aprovechamos las famosas clavijas del Midi, algunas de ellas impresionantemente dobladas debido suponemos a desprendimientos ocasionales de rocas de gran tamaño (en ese momento te das cuenta de que el casco para esas rocas es de papel jejeje). Superada esta chimenea y tras un nuevo y pequeño repecho llegamos a la tercera y última chimenea (Grado II-) que desemboca en la cruz del Paso del Portillón du Midi (2.657 m).
En este punto infelices de nosotros nos creemos ya vencedores, sin intuir que todavía nos queda una hora aproximadamente de ascensión por una dura pedrera llena de hitos que marcan el camino en caso de niebla para superar los 227 metros que hay aún para hacer cumbre. Ahora sí en la antecima y ya con la cima a la vista descendemos a un pequeño collado formado por grandes bloques, y por una fácil y breve arista alcanzamos la cima (2.884m y 4h aproximadamente de subida).
Compartimos cima mientras comíamos para retomar fuerzas con otra veintena de montañeros y con unas vistas espectaculares en un día especialmente luminoso, mientras nos deleitamos viendo el montón de ibones que franquean al Midi por todos costados y aprovechábamos para tomar fotos de todos ellos y de las montañas que nos rodean dado que apenas hay nubes por lo que la panorámica es increíble, todo ello amenizado por unos seguidores de Operación Triunfo versión cantores de montaña que se dedicaron a perturbar el silencio del paraje y a atormentar nuestros exquisitos oídos jajjaja.
Tras la foto de rigor en la cumbre, como era de esperar de nuevo nuestro diablillo y líder del grupo nos volvió a tentar esta vez con un descenso por otra de las rutas, cosa que le agradecimos encarecidamente, pero que rechazamos fervientemente (como me gusta decirle, siempre habrá hombres y hombrecillos y yo de momento me encuadro en el segundo grupo claramente jajajja).
Comenzamos el descenso del Midi anticipándonos a la llegada masiva que todavía quedaba de montañeros que habíamos ido adelantando durante la ascensión, intentando asegurarnos un descenso fluido (cosa que no siempre conseguimos, puesto que en alguno de los rappels también había tapón de bajada).
A pesar de que era posible bajarlos todos destrepando con cuidado, decimos montar en dos de las chimeneas rappels con el ocho para recordar y poner en práctica de paso la técnica. Tan solo la última chimenea la destrepamos sin cuerda, con mucho cuidadito y poniendo en práctica los consejos que se nos dieron sobre cómo afrontar la bajada, que aunque no muy difícil dadas las condiciones óptimas de la montaña, tenía momentos no faltos de cierta técnica para unos noveles como nosotros en las artes de la escalada.
Vencidas las chimeneas y una vez superados los tapones de gente que se formaron en ellos, llegamos de nuevo al collado de Souzon, con lo que iniciamos un descenso de lo anteriormente andado hasta llegar al coche, tan solo parando únicamente para beber agua de bajada unos minutillos a la altura del refugio, durante este tramo oímos y casi pudimos ver un desprendimiento de rocas que nos impactó bastante debido al ruido que provocó en una de las laderas del Midi. En total hacer el pico nos llevó unas 9 horas aproximadamente desde el comienzo, en un día genial para hacer montaña con sol y una leve brisa que hizo que el calor se hiciera mucho más llevadero.
Una vez cambiados de ropa y calzado terminamos en Escarrilla celebrando nuestra cumbre tomando una cervecica y comentando las jugadas, el fabuloso día y las sensaciones que en nosotros había creado el ascenso y haciendo planes para qué hacer el siguiente fin de semana. Tras intercambiar fotos y en mi caso recibiendo el encargo de escribir la crónica de nuestro ascenso a este precioso pico del pirineo, que ahora estáis leyendo iniciamos el camino de regreso carretera abajo para llegar a nuestras ya merecidas camas. ¡Lo que bien empieza bien acaba!
PD: En posteriores ocasiones intentaremos ser algo más intrépidos, aunque no podemos prometer nada XD jaajja.

Fotografías de:

Miguel Ángel López