Como cada año volvemos a esta zona tan bella y plagada de cavidades. Nueve espeleólogos nos desplazamos el sábado: María Jesús, Chipi y Luis venían desde Binefar y Huesca; Marisa, Noelia, Jorge, Héctor, Mariano y Raúl lo hacían desde Zaragoza. Nos juntamos todos en Molina de Aragón donde desayunamos para proseguir rápidamente hacia nuestro objetivo, el bosque de Valsalobre. Aunque ya son muchas las veces que hemos venido ha esta zona, en esta ocasión nos costó más tiempo encontrar las cavidades, ya que la maraña de pistas nos hizo dar alguna vuelta de más. Eran las diez de la mañana cuando llegábamos al aparcamiento junto a la boca de la sima Juan Herranz I, como casi siempre ya había espeleólogos de Madrid en la zona con cavidades ya instaladas, nuestra intención era descender las simas Z-3 y Z-6 pero no fue posible ya que las estaban usando ellos para un curso, así que tuvimos que visitar la sima Juan Herranz II. Rápidamente nos cambiamos de ropa y nos desplazamos hasta su boca, a unos cien metros de los coches. Como éramos muchos decidimos instalar dos vías, sobre todo en los dos pozos largos. Mariano y Raúl se encargaron de la instalación de las cuerdas. Todos fueron bajando en parejas disfrutando de los dos grandes pozos, que en realidad es uno, en el que una plataforma de bloques en su parte intermedia hace que se descienda en dos tiradas. A partir de aquí el tamaño de los pozos se va reduciendo y acortando su profundidad, dos pozos más y nos encontramos todos en una pequeña sala que antecede al meandro, allí muchos se quitaron los aparatos para atravesar una gatera que hace de puerta de entrada, aunque no es necesario para la mayoría de nosotros. Una vez en el visitamos una galería de techo bajo que nos lleva a asomarnos a un pozo que viene de arriba con un bonito lago en su fondo, justo frente a nosotros continua la galería y con un expuesto flanqueo Chipi cruza al otro lado comprobando que esta termina a los pocos metros. Desde aquí decidimos ir saliendo poco a poco, salvo Luis y Chipi que se fueron a recorrer parte del meandro. Despacio fuimos ascendiendo por los pozos hasta llegar al exterior, donde ya era de noche. Para Noelia esta fue su primera sima y realmente nadie lo diría por lo bien que se desenvolvió. Al llegar a los coches vimos como los compañeros de Madrid estaban desinstalando las cuerdas de la sima Juan Herranz I y no nos lo pensamos, allí que nos fuimos a visitar esta cavidad.

Héctor y Raúl comenzaron a instalar dos vías para hacer más ágil la visita. Una grata sorpresa nada más empezar a instalar, se han colocado paraboll en ambas vías por lo que los sufrimientos con los spit tan viejos que había terminaron. Héctor iba instalando a la par de Raúl ya que era la primera vez que lo hacía. Llegamos hasta la repisa que parte en dos el pozo y nos dirigimos a visitar La Sala, nos hicimos muchas fotos alrededor del lago y en sus múltiples rincones llenos de espeleotemas. Después decidimos salir de la cavidad y dejar el resto para otro día, así que en parejas comenzamos a remontar las cuerdas los seis que habíamos bajado. Una vez en el exterior recogimos y nos cambiamos rápidamente ya que el frío era intenso, nos dirigimos al refugio de la torreta pero al llegar nos encontramos que estaba ocupado por unos compañeros valencianos, como ya sabíamos que los espeleólogos madrileños estaban en el refugio de la zapatilla, junto a la sima de Alcorón, pues nos tuvimos que ir a pernoctar al refugio que hay en el cruce de la carretera de Vilanueva de Alcorón y Zaorejas. Después de limpiarlo un poco, tapar las ventanas con plásticos y hacer fuego nos pusimos a cenar cada uno sus viandas, para postre saboreamos una espléndida botella de vermú que hizo las delicias de todos hasta que se acabo. Eran las dos de la madrugada cuando nos acostábamos con un frío atroz en el exterior. Al día siguiente la mañana amaneció, como las previsiones habían indicado, muy cubierta. Los ánimos no estaban muy altos por lo que desistimos de hacer más simas y nos fuimos a conocer la Hoz de Beteta, relativamente cerca de nuestro emplazamiento. Llegamos a media mañana y aparcamos los coches en una zona habilitada para ello más o menos a mitad de la Hoz, inmediatamente tomamos un sendero que discurre paralelo al río Guadiela en busca de la Cueva de La Ramera, indicada en los carteles que hay junto al río. El sendero es claro y fácil de andar por un paisaje muy bonito, a los pocos minutos nos encontramos con una canalización de agua empotrada en la pared de la Hoz, donde el sendero es sustituido por una larga pasarela de madera que ayuda al caminante en este punto, al poco nos topamos con una gran estructura metálica junto a la pared y al llegar a ella nos damos cuenta que son unas escaleras que dan acceso a la boca de la cueva. Una vez en ella nos damos cuenta que las escaleras era un intento de hacer más accesible esta cavidad ya que de nos ser así solo se podría acceder hasta su boca escalando. La boca de entrada es muy amplia y desde ella hay unas vistas privilegiadas de la parte opuesta de la Hoz, existe una puerta que da acceso al recorrido por la cavidad, aunque no llevamos equipo, y solo tres frontales, decidimos visitarla. El recorrido es muy cómodo y esta muy claro, por lo menos hasta la sala que llegamos nosotros; desistimos de continuar adentrándonos en ella ya que vimos dos pequeñas colonias de murciélagos a los que podíamos molestar con nuestra presencia. Una vez en el exterior nuestros estómagos reclamaban trabajar, por lo que nos fuimos a Beteta en busca de un restaurante donde saciar nuestra hambre a base de ciervo cocinado de varias formas. Al terminar y bajo una intensa lluvia comenzamos el camino de vuelta a casa.

Fotografías de:

Raúl García