Desde hace varios años acudimos al refugio que Peña Guara tiene al borde del Embalse de Belsué, planificamos la actividad justo después de la finalización del curso de iniciación, así los participantes en el pueden ir aumentando su nivel técnico y a la vez conocer una gran cavidad de la Sierra de Guara. Este año también hubo un gran número de participantes, pero a diferencia de los años anteriores todos éramos miembros de nuestro Club.
A primera hora de la tarde del viernes llegaban al refugio, Beti y Chipi que antes habían pasado por la sede del Club Peña Guara para recoger la llave del mismo, ya a la hora de la cena llegaban Noelia, Miguel Ángel, Mariano, Víctor V. y Raúl, finalmente casi a media noche llegaron María Jesús y Chuse. Durante la cena planificamos la instalación de la cueva y dividimos los grupos para el día siguiente. La climatología empeoró durante la noche amaneciendo el sábado con una fuerte lluvia, pero eso no paró nuestros planes, ni los de nuestros compañeros que venían desde Zaragoza para estar en la boca de entrada al mediodía: Nerea, Cristina, Javier, Cristóbal, Víctor O., Luis y Rafael. El primer grupo salió del refugio a las ocho en punto de la mañana con la intención de instalar el pozo de entrada y las dos vías que convergen al inicio del las “capillas”. Como el diluvio era mayúsculo Chipi hizo de chofer con su coche, desde el refugio hasta el comienzo de la senda para mojarnos lo menos posible. Noelía, Miguel Ángel y Víctor V. instalaron el pozo de entrada, dirigiéndose a la sala “Joaquín Campo” y desde allí a la gatera “csj”, para finalmente instalar el pozo que da encima de las “capillas”; a la vez que estos, Mariano y Raúl instalaban la rampa que va desde el pozo de entrada hasta el pasamanos que da comienzo a la vía del “puente” que también se instala hasta la cota de –107, aunque los anclajes existentes son nulos o prácticamente inservibles. A las diez de la mañana aproximadamente entra el segundo grupo con los demás compañeros que habían venido el viernes y sobre las doce del mediodía entra el último grupo con los que habían venido directamente esta mañana. El aguacero continuaba sin cesar y esto se notaba también en el interior de la cavidad, ya que corría agua por muchos lugares que no lo suele hacer y en algunos momentos llegaba a caernos encima en forma de ducha. Una vez todos en el interior de la cueva fuimos progresando por las distintas vías hasta que nos juntamos todos en el belén existente en el comienzo de la “galería del sifón”. Como los participantes estaban ávidos de actividad continuamos todos hacia el interior por el tobogán de barro, posteriormente atravesamos una gatera poco exigente, aunque por supuesto hay que pasarla sin la saca a la espalda, cosa que a alguno no se le volverá a ocurrir. Llegamos a la sala de la “campana” y desde aquí hasta la sala del vivac justo donde comienza el ascenso a la gatera de las flores, que algunos subieron comprobando que estaba sifonado como era de prever. Desde aquí los más intrépidos y delgados continuaron para atravesar la estrecha diaclasa que conduce al pozo de “el huevo” con la intención de continuar a las galerías superiores pero una vez pasada esta, la galería se convertía en un auténtico cenagal de barro con una gran ducha de agua que venía de arriba, por lo que nos dimos la vuelta completamente calados. Los que no lo habían intentado comenzaron a salir poco a poco de la cavidad y los demás les seguimos desinstalando a nuestro paso. Afortunadamente en el exterior ya no llovía pero la noche era fría por lo que nos apresuramos a recorrer el escaso kilómetro que hay hasta el refugio. Los dieciséis llegamos en perfectas condiciones, aunque algunos llevaban varias magulladuras por su cuerpo. Después de cambiarnos y ponernos ropa seca nos juntamos todos en el salón alrededor del fuego para cenar. La idea era compartir lo que cada uno traía individualmente, pero la realidad fue que más de uno trajo comida y bebida para todos por lo que el festín fue interminable. Nos tomamos un buen café y después Miguel Ángel nos deleitó con la especialidad de la casa el “gran pampel”, del que no quedó ni gota de los cinco litros que preparó, claro así luego la tertulia se basó en temas tan extravagantes como los extraterrestres. A la mañana siguiente el día amaneció frío pero sin lluvia y después de desayunar se comenzó a limpiar todo el material utilizado aprovechando la fuente que existe junto al refugio, pero cuidado a la hora de beber ya que procede de la lluvia, almacenada en un gran depósito encima del grifo. Al terminar prácticamente era medio día y acabamos comiéndonos las sobras de la cena del día anterior aprovechando las últimas brasas. Se recogió y limpió el refugio y comenzamos el regreso hacia nuestras casas.

Fotografías de:

Javier Vallejo
Raúl García