Suena el despertador a las 7AM. La mañana es fresca, unos 3ºC y eso se refleja en el blanco manto que cubre el suelo alrededor de la casa dónde nos alojamos. La gente va bajando al comedor. Un buen desayuno y al lío. Cargamos el material y nos ponemos rumbo a la sima.
Avenc Montserrat Ubach, también conocida como Bòfia de Torremàs, se encuentra ubicada en el término municipal de Odèn (Comarca de Solsonès) dentro de una finca privada, Casa Cavallera, dedicada a la agricultura ecológica y a la cría de halcones. Su dueño, Joan Pujantell, sale a nuestro encuentro en la carretera que viene de Cambrils dirección Canalda (Ctra. L-401, PK 34,100). Para poder visitar la sima hay que pedirle permiso y estar federado o asegurado. Joan muy amablemente nos indica donde aparcar los coches y se ofrece a llevarnos el material en su todoterreno. Mientras engancha el carro en el coche organizamos el equipo, repartimos cuerdas, sacas y hacemos un último repaso antes de ponernos en marcha.
Son las 11.30 y hace un día esplendido. Seguimos al todoterreno por una pista impracticable para un turismo. Tras andar 300 metros aparece un sendero a mano derecha de la pista. Se introduce en el bosque y en 20 metros llegamos a una explanada con unos paneles informativos. Es el lugar perfecto para ponerse el arnés y colocarse los aparatos ya que en la boca de entrada no hay mucho espacio. Desde aquí, sólo queda descender por una canal bastante expuesta y equipada con una cuerda fija. Son apenas 100 metros pero hay que ir con ojo.
El objetivo del día es bajar hasta -202 metros por la vía normal. En la cota -118 hubo que desobstruir una corta gatera en la primera exploración y desde entonces se conoce ese tramo de vía como Rostand–Subils en su honor.
Accedemos a la sima por la boca inferior que da acceso a una rampa de piedra descompuesta que finaliza en el primer pozo de la jornada de 27,5 metros y sección circular. Montamos un pasamanos desde la boca de la sima hasta la cabecera del pozo.
Tanto la instalación como la desinstalación se distribuyen entre los miembros del equipo con más experiencia. La sima da para que todo el mundo que quiera pueda practicar.
El pozo finaliza en una rampa que equipamos con un pasamos. Progresamos a través de una corta galería y llegamos a la cabecera del segundo pozo, Pou dels Replans, de 28 metros. Está escalonado en tres tramos pero hay una instalación que permite descenderlo de forma directa evitando los resaltes.
Seguimos avanzando. Un tercer pozo de 22 metros, Pou de la Xineta, y un cuarto pozo de 13 metros nos sitúan frente a la gatera denominada Rostand–Subils (cota -118 metros). La gatera se extiende a lo largo de 5 metros y acaba con un pequeño resalte de 3 metros que da lugar a una corta galería que nos sitúa sobre la cabecera del quinto pozo de 22 metros.
El sexto pozo, de 23 metros, aparece de inmediato. Se le conoce como Pou de les Perles porque en su descubrimiento albergaba gran cantidad de pisolitas o perlas de las cavernas. Lamentablemente, o se las han ido llevando o no dimos con el lugar exacto, porque no vimos nada. En este pozo hay una serie de placas conmemorativas y se podría dar por finalizado el descenso pero estando ya allí, por qué no continuar hasta el final?
El séptimo y último pozo, de 25 metros, nos lleva a través de una serie de resaltes y varios fraccionamientos a la ansiada sala final. Un pequeño pozo de 2 metros, barro y una figura de una virgen en su interior nos esperan para así alcanzar los -202 metros de profundidad. Son las 17:30. Nos hacemos las fotos de rigor y sin demora comenzamos el ascenso.
Salimos de la sima a las 23:30. Noche estrellada. Han sido 12 horas increíbles. El lugar es indescriptible: grandes paredones de conglomerado, la sensación de vacío, de aislamiento…
Trabajo en equipo, compañerismo, han sido la tónica de este espectacular día.
El cansancio va pasando factura. Ducha caliente, algo de cena, una breve sobremesa y al sobre.
Texto: Rubén
Fotografías: Jesús y Javier V.