El sábado 9 de mayo sonaron muy pronto los despertadores. Desde Huesca salíamos Chipi y Beti, pasamos por Zaragoza para recoger a Guillermo y Diana, y cuando todavía no había salido el sol nos poníamos en dirección hacia real de Gandía.

Allí habíamos quedado con nuestros compañeros de ECZ María Jesús, Chusé y Luis, que aprovecharon la tarde del viernes para viajar hasta allí.

Al llegar a nuestro punto de encuentro conocimos también a un montón de compañeros del CMEX con los que compartiríamos actividad: Viktoria, Alfred, Daniela, Vicent, José, Jayen, Rosana, Tonet, Rafa, Marc y Joel.

Una vez que dejamos los coches aparcados nos equipamos con ropa ligera (pues la cavidad es bastante cálida), rodilleras, y las sacas llenas con abundante agua para todo el día.

Al poco rato de entrar en la cueva ya se nota el calor, y cuando todavía no habían pasado 15 minutos de nuestra entrada ya empezaban a parecer las características agujitas de aragonito.

Todos seguíamos a Joel, pudimos aprovecharnos de su experiencia. Joel ha entrado muchas veces en esta cueva, y aunque él mismo dice que no es el que mejor la conoce, nos pudo conducir a dos rincones especialmente bonitos: El Mar de Coral y la Sala de las Maravillas.

Otro aspecto característico de esta cueva es su laberíntica morfología, así que antes de entrar acordamos estar especialmente atentos a mantener entre nosotros el contacto visual. Deberíamos de haber estado mucho más especialmente atentos, ya que a los 45 minutos de haber entrado ya nos despistamos.

Para volver a juntarnos perdimos bastante tiempo. El grupo rezagado iba con Chusé, que es como ir con un ángel de la guarda. Consiguieron alcanzarnos de algún modo que en aquel momento nadie conseguíamos explicarnos. Eso está lleno de agujeros y tuberías intercomunicadas.

Atravesamos la zona conocida como El Solárium y enseguida llegamos al Mar de Coral.

Esta zona de la cavidad difiere completamente del laberinto de galerías. Corresponde  a un rincón de la cueva en el que se aprecian numerosos espeleotemas generados  en medio acuático que delatan la existencia en el pasado de un nivel de agua estable y remansado.

Lo más característico son los espeleotemas epiacuáticos, generados en la superficie del agua, dando morfologías de aceras, platos y discos. Otra singularidad desarrollada en este ambiente, son las agrupaciones de cristales de calcita, en habito escalenoédrico y de un precioso tono amarillo. En detalle pueden observarse en los mismos crecimientos fractales.

Los 18 participantes estuvimos más de una hora haciendo fotos en esta antesala y en la sala contigua, repleta de curiosas formaciones.

Ya casi habíamos pasado la mañana visitando la cavidad, y al abandonar el Mar de Coral llegamos a un punto en el que podemos decidir dar por finalizada nuestra visita o continuarla. Muchos de nuestros nuevos amigos levantinos deciden salir ya, los de ECZ optamos por continuar acompañados de nuestros excelentes anfitriones Joel y Marc.

Avanzamos ligeros y acalorados, hemos hecho bien en ponernos ropa ligera y traer abundante agua, estamos perdiendo muchos líquidos.

Joel encabeza la marcha, pasamos al lado del P50 durante nuestro recorrido. Llegar a la Sala de los Patos nos indica que vamos por el camino correcto. Hoy solo vemos un petrificado pato a ras del suelo, pero en tiempos debía de haber 5 ó 6 rocas con esta singular apariencia.

Conseguimos llegar a la Sala de las Maravillas. Las sensaciones que nos producía ver esas formaciones eran de felicidad. Habíamos visto muchas fotos en internet de este lugar, pero estar allí y verlo directamente nos hizo llegar a la conclusión de que era muchísimo más bonito de lo que nos esperábamos.

Este otro rincón de la cavidad, al igual que el Mar de Coral, se diferencia del resto de la cueva. En ella encontramos una gran colección de espeleotemas en paredes y techos, de la que destaca un hermoso disco del que cuelgan vistosas estalactitas. Hay que comentar de esta formación que actualmente se encuentra mutilada por la mano del hombre. Es una pena que no sea la mano del individuo la que hubiera tenido este fin. Hay que tener el máximo cuidado y respeto por conservar estos tesoros que crea la naturaleza.

Con prudencia nos asomamos al Pozo del Alucine. Está repleto de formaciones y Joel nos indica que como mejor se aprecian es descendiendo por él. La experiencia debe de ser ciertamente alucinante.

Este pozo es lo más significativo de la sala. Nada tiene que ver en principio con la génesis de esta laberíntica y seca cavidad. Las paredes están recubiertas por bellas coladas y cortinajes. A techo se reconoce una chimenea repleta también de cortinajes. Posiblemente este asociado a un aporte puntual de agua de la superficie.

Dedicamos otra hora a hacer fotos, la ocasión lo merece.

Abandonamos la sala calculando una hora hasta la salida. En nuestro camino de vuelta nuestro guía nos advierte de la presencia de un camaleón. Es grande, así que este debe de ser el que se ha comido a los patos que faltan.

Volvemos a pasar por las primeras agujas de aragonito que habíamos visto por la mañana y nos detenemos para despedirnos de ellas.

Dentro de la cueva hay más agujas, tiene muchos rincones de una espectacular belleza. No los hemos visto todos, ya tenemos por lo menos un motivo para volver.

Viktoria, Alfred, Daniela, Vicent, José, Jayen, Rosana, Tonet, Rafa, Marc, Joel, Muchísimas gracias por todo. Habéis hecho que siete espeleólogos sean muy felices.

Texto: Beti y Luis

Fotos: Chipi, Luis, Rafa y Marc.