El fin de semana del 6-7 de julio vamos a Cantabria: Iván, Indar y Mariano. Con el objetivo de hacer la travesía de Tibia-Fresca.

Salimos el viernes un poco tarde desde Zaragoza, por un desgraciado accidente de colisión entre un camión y un turismo. Llegamos sobre las 23:00 a la Casa del Espeleólogo, como viene siendo habitual. Compartimos casa con 5 espeleólogos de Barcelona que ya se encontraban ahí. Comemos rápidamente para echarnos a dormir sobre las 00:00.

Nos levantamos a las 7:15 y a las 8:00 salimos hacia las Casucas del Asón. Como solo llevamos un coche no podemos hacer combinación de vehículos, por lo que toca hacer la aproximación larga con 650 metros de desnivel.

9:15 – Empezamos a caminar siguiendo el track, que es imprescindible. La ruta comienza por un camino ancho tras cruzar el puente que hay al final del pueblo. En un momento dado sin que se vea desvío alguno, hay que salirse hacia la ladera siguiendo el track y se conecta con un sendero evidente y que va ganando altura rápidamente. Se llega a una cabaña para el ganado en la que se pierde el sendero y hay que volver a tirar del track, ya prácticamente hasta la boca de la cueva. La cual es difícil localizar porque se encuentra en sentido opuesto a la marcha y es posiblemente el afloramiento de roca menos evidente. Importante llevar una foto de la boca para identificarla. Especial mención a los incesables tábanos que nos pusieron tibios de tanto picotazo. Con el calor que hacía nos calentaron más todavía…

11:40 – Llegamos a la boca. Paramos para comer y beber un poco. Preparamos todo el material y ensacamos las cuerdas. Hacía mucho calor y lo que apetece es meterse poco abrigado. Yo tuve que hacer un esfuerzo para ponerme el mono interior y todo el material con esa chicharrina.

12:30 – Entramos en la torca con muchas ganas. El inicio son un par de rápeles sencillos y enseguida está el majestuoso pozo de 85 metros, que sirve para medirnos un poco y darnos un chute de confianza. En la parte media de Tibia hay bastante zona de meandro desfondado, hay partes donde es complicado saber por dónde meterse. Hay que buscar los reflectantes y no fiarse de las zonas pisadas, porque por aquí está todo pisado. Es muy importante llevar la reseña plastificada y a mano, nosotros fuimos con las del club Viana, y sin ella habría sido bastante más complicada.

Pasamos la Gatera de Tibia, que es incómoda, pero no complicada. Termina en un meandro desfondado, que deja en la cabecera del pozo del péndulo, en el que hay que tener mucho cuidado con el rozamiento de la cuerda fija, de hecho, ya tiene un nudo por una flor.

Proseguimos sin mayor problema hasta superar la última vertical que es otro pozo de 85 metros. Llevamos unas 5 horas de cueva, aprovechamos para comer y beber.

18:00 – Seguimos por la zona de río de Tibia y rellenamos las botellas de agua en uno de los aportes. Esta parte es entretenida y bonita, aprovechamos para hacerla con calma y disfrutarla. Esta zona se abandona en una cuerda fija que sube un pozo de unos 15 metros y con dos fraccionamientos, tiene secciones especialmente estrechas. En este punto nos atascamos un poco por no estar seguros de si era la cuerda correcta y hasta donde había que subirla. Pasado este pozo hay una galería llena de coral y conchas fosilizadas, al atravesarla hay que subir un pozo de 10 metros que nos deja en la diaclasa de los parisinos.

La diaclasa está muy bien señalizada, y menos mal, porque casi siempre hay que ir por el paso menos evidente. Es una suerte de estrecheces, trepes, destrepes y cambios de sentido. De la diaclasa se sale a una galería muy grande donde recomiendo sacar la topo y la brújula. Nosotros fuimos siguiendo hitos y reflectantes y acabamos todo el rato en el cañón rojo (norte). Lo que hay que hacer es subir arriba del todo, para llegar a la sala Rabelais y aquí sí que se ven los reflectantes buenos para ir por la quinta avenida (este). Por esta pérdida se nos fueron unos 45 minutos, y minó la moral y la energía del grupo. Por lo que paramos a comer y beber un rato.

Ahora solo falta seguir por la cueva en un terreno con bastantes pasamanos, pero en general sencilla y agradecida. Acabamos saliendo de la cueva a las 23:30.

Ha sido un buen fin de semana en el que hemos disfrutado de la espeleo y hemos hecho un bueno grupo para futuras travesías. Al final acabamos con más ganas de espeleo que antes de venir. ¡Esta es una de las travesías que enganchan!