Con motivo de la reciente declaración de esta cueva como Monumento Natural decidimos ir a visitarla, nos guió Javier que es el único del Club que había estado en ella. Esta cavidad se conoce desde hace tiempo y esta constatado que ya se hacían visitas a la cavidad desde el siglo XIX. También queda constancia de uno de los primeros rescates acaecidos en una cueva tal y como lo relata Manuela Sierra en molinos.blogcindario.com.

Esta cueva se emplea habitualmente en cursillos de iniciación, prácticamente horizontal se accede a ella por una de sus dos bocas que distan dos metros una de otra, uniéndose nada más entrar, desde aquí se pueden elegir dos vías que al final se juntan en la misma sala, esta zona y la posterior salida pueden causar algún susto por perdida, nada grave si no se pierde la calma y se buscan los pasos con tranquilidad (también existen tantas flechas que a veces confunden). Al mayor recorrido de la cavidad se accede cogiendo el ramal de la izquierda, que es el que más directo desde la boca hasta la sala antes mencionada, desde aquí una amplia galería te lleva hasta otra sala donde se puede elegir en subir una rampa (con algo de riesgo en el regreso) que acaba en una corta galería que se introduce en una zona que poco a poco se va cerrando, o bien coger una galería que hay a la derecha y que nos lleva a una rampa de 45º que se puede descender por tres puntos distintos, el más factible es el primero ya que con la ayuda de unas clavijas se puede descender sin necesidad de equipo, el ultimo punto de descenso es prácticamente un pozo en el que hay un spit y un natural donde instalar una cuerda. Este pozo acaba en un sifón impenetrable.
Como es una cueva muy pequeña javier y raúl se dedicaron a meterse por todos los agujeros que vieron para ver si conseguían encontrar nuevas galerías, lo único que encontraron fue una zona de difícil acceso donde todas las paredes y estalactitas estaban negras cosa que nos hizo dar rienda suelta a nuestra imaginación intentando comprender como había sucedido. Posteriormente Raúl encontró un laminador muy estrecho que creía podía seguir pero había que romper varias formaciones por lo que desistió de comprobarlo. Después de recorrer toda la cavidad salimos y nos dedicamos a hacer espeleo-turismo.