Esta ha sido una de las actividades de este año más bonitas y rápidas que hemos realizado.
Como estábamos en plenas fiestas del Pilar, y las familias nos tienen un poco atados, el viaje fue un poco relámpago (para algunos). Manolo, Marisa José Manuel y Alberto salieron de Zaragoza el jueves 12 al medio día en dirección a Quintanilla de Rueda (León) donde esta la casa de Carmina, madre de nuestro amigo Alberto, que acude desde León donde reside habitualmente, en ella que muy amablemente nos la cede para dormir. Los más rezagados son Nacho y Raúl que salen de Zaragoza a las ocho de la tarde, aunque la autopista y el conductor hace que más o menos a las once de la noche estemos todos juntos. Después de una agradable conversación y una buena cena que nos habían guardado nos fuimos todos a la cama para madrugar al día siguiente.
Eran las siete de la mañana cuando tocaron diana, rápidamente nos levantamos y desayunamos, hay que mencionar la gran amabilidad de Carmina que se levanto con nosotros para calentarnos el café y el exquisito trato que nos dio a lo largo de nuestra estancia. El día no se parecía en nada a lo que habíamos dejado en Zaragoza la noche anterior (25ºC), la temperatura que marcaba el coche de Nacho era de 0ºC y no se elevaba ya que existían bancos de niebla que no dejaban salir el sol.
Después de una hora de carretera llegamos a un terreno que hay a la izquierda antes de llegar al aparcamiento de la cueva turística de Valporquero donde nos cambiamos lo más rápido que pudimos y nos pusimos en marcha hacia la boca de la Sima de Sil de las Perlas, ya que nuestra intención era hacer la travesía partiendo de esta y saliendo por La Covona , y si íbamos bien de tiempo visitar la zona turística.
Antes de comenzar tuvimos un abandono, Marisa que no tenía muchas ganas y como ya la había hecho decidió no entrar y encargarse de buscar restaurante para cuando saliéramos.
La boca de entrada a la cavidad tiene colocada una verja, pero sin candado. Nos fuimos introduciendo todos por la misma ya que en el exterior el frío persistía, aunque ya se veía el sol en algunos puntos.
Los “Albertos” se encargan de la instalación de la primera rampa de unos 20m. y del posterior pozo de 25m. que se abre desde el techo de una gran sala, en la que ya se aprecian grandes coladas y estalactitas, desde aquí se remonta por una pared resbaladiza y llena de acanaladuras, proseguimos por la galería rebasando varios destrepes que nos dejan en la Sala del Lago. Desde aquí por un pequeño agujero en la parte izquierda de la sala se introduce Raúl con el descensor colocado en la baga larga, pero aun así se atasca, no se había dado cuenta de que llevaba colgando una saca de barrancos y esta le impedía el descenso. Este pozo de 17m. es totalmente aéreo y acaba en una pequeña repisa donde no pueden estar más de dos o tres personas, después otros dos pozos más y nos encontramos ya en la cabecera del P-56 que se hace en dos tiradas, desde este punto ya se oye el río que circula por la galería inferior, y también en este punto los que no llevábamos el neopreno completo nos lo colocamos ya que existe un aporte de agua en forma de ducha gélida. Rápidamente nos encontramos todos en el rió y nos dividimos en dos grupos: Los “Albertos” que deciden ir río abajo y salir por La Covona y los demás que decidimos remontar el río para ver todo lo posible.
El río es un auténtico barranco subterráneo y aunque en esta época el agua que lleva no es excesiva en algunos puntos nos sobrecoge su estruendo. Mientras remontamos hacia la Cueva de Valporquero nos encontramos con diversos trepes y alguna badina en la que es necesario nadar pero sin mayor dificultad. En poco tiempo nos encontramos con cables y cajas (pertenecientes a la instalación de la cueva turística) y un gran aporte de luz, estamos en la llamada “Gran Vía”, con un poco de miedo, por el que dirán, nos dirigimos rápidamente a la Sala de Las Grandes Maravillas, de momento no habíamos visto a nadie, pero toda la instalación eléctrica estaba funcionando con lo que no habríamos de tardar en cruzarnos con gente; empezamos a regresar hacia la Sala de las Hadas y por el camino empezamos a ver de lejos a un grupo de turistas que estaban recibiendo las explicaciones de una guía que cuando nos vio aparecer se paro y muy amablemente converso con nosotros, explicando posteriormente al público lo que habíamos hecho quedándose estos asombrados por el valor que decían teníamos; pensándolo fríamente se debieron llevar una gran impresión viendo venir a cuatro “personajes” vestidos con trajes de neopreno, arneses, cascos, sacas y totalmente mojados, mientras algunos de ellos les daba respeto estar allí, incluso con la luz eléctrica y un guía para no perderse, además del frío que tenían. Muy amablemente nos permitieron ver el resto de la cueva y al terminar nos volvimos por donde habíamos llegado.
Ya estábamos de nuevo en el río subterráneo y desandando nuestros pasos hasta la base del P-56 donde nos habíamos separado de nuestros compañeros. Continuamos por el meandro que hace de cauce del río hasta que llegamos a la Sala de la Prensa donde la galería se amplia notablemente, aunque de aquí en adelante su piso se hace resbaladizo y provoca algún culetazo sin importancia. Poco después legamos a la sala Peñalva donde se encuentra la Gran Cascada, un salto de 17m. que rapelamos sin dificultad. Seguimos por el curso del río hasta que llegamos a Cascada del Cable, zona donde las paredes se estrechan y el agua baja con gran velocidad, existe un pasamanos que nos acerca hasta una cuerda guía que nos lleva hasta el final de los rápidos. Continuamos por la galería hasta llegar a la Sala de las Perlas, la de mayores dimensiones (exceptuando la cueva turística), en esta buscamos una ventana que se encuentra al fondo de la sala en la pared derecha, subimos por una escala con travesaños de madera en mal estado aunque también existía una cuerda fija. Seguimos por una serie de tubos de presión por los que se notaba una gran corriente de aire y que nos deposita tras un pozo de 10m. en el famoso Paso Sifonante el cual rebasamos tumbados boca arriba sin dificultad, ya que su nivel era el normal, seguidamente subimos en oposición el tubo vertical que le sigue y nos da con la Boca de salida por la Covona.
Una vez en el exterior existen dos posibilidades, buscar un sendero a mano izquierda que nos baja hasta la carretera o seguir por el curso del río que nos desemboca también en la carretera. Para no variar nos volvimos a dividir, Manolo que ya había hecho el barranco en otra ocasión decidió buscar y seguir la senda y los demás, José Manuel, Nacho y Raúl comenzamos a descender por el barranco, casi de inmediato nos topamos con el primer rápel, cuando instalamos las dos cuerdas las lanzamos y al asomarnos empezamos a dudar si llegaban al suelo, ya que por la posición de salida no veíamos el fondo de la cascada, aunque dudábamos que pudiera tener más de 50m. que median las cuerdas, fue Nacho el que hizo de conejillo de indias bajando sin ningún problema, le seguimos los demás y después de admirar la bella cascada proseguimos por el cauce del río hasta llegar a un segundo rápel muy parecido al anterior, siguiendo nuevamente por el cauce del río hasta llegar a su desembocadura en el Río Torío. Lo cruzamos sin dificultad, ya que su caudal en esta época es pequeño, pero sabemos que gente ha tenido graves problemas al cruzarlo con caudales mayores, de aquí a la carretera y dos curvas más halla nos esperaban todos en los coches. Nos cambiamos y recogemos rápidamente para ir a comer al restaurante que nos había reservado Marisa. El día había cambiado totalmente, era espléndido con un sol radiante, pero con gran pena después de comer siendo las cinco de la tarde aproximadamente Nacho y Raúl se despidieron del resto y comenzaron el regreso a Zaragoza, el viaje fue rápido llegando a tiempo para ver a los imitadores de Queen que tocaban en el Paseo de la Independencia. El resto del grupo se quedo todo el fin de semana disfrutando de esas bellas tierras haciendo senderismo.
Fotografías de: Raúl García
Deja tu comentario