por Roberto Coves Agulló

Participantes:

María Jesús Murillo
Chuse Laplana
Jordi Coma
Francesc Poyatos
Raúl García
Roberto Coves

El pasado 17 de junio miembros del Espeleo Club Zaragoza (Zaragoza), Espeleo Club de Gracia (Cataluña) y Club de Montaña y Espeleología Proteus (Vítoria), entre ellos se encontraba personal de la UAPE. Nuestro objetivo era alcanzar la cota más profunda posible. Como éramos un grupo numeroso organizamos dos equipos: uno bajaría revisando las cuerdas que están en fijo desde hace tres años, intentando alcanzar cota -800m y otro bajaría hasta la sala Camboya (-400m) aproximadamente a un ritmo más pausado. Semanas anteriores recopilamos información referente a la topografía de la cueva y las experiencias vividas en los sitios conflictivos de la cueva por los exploradores de la misma.
El viernes a la tarde-noche subimos con dos vehículos por la “pista Las blancas” de 18 km. a la cual se accede desde Borau con los correspondientes permisos, menos los últimos 400m está en perfectas condiciones y puede subirse prácticamente con cualquier vehículo.
Una vez en el refugio López Huici nos instalamos y preparamos el plan de ataque y decidimos la disposición de los diferentes grupos. Sobre la 1:00 AM llegaron desde Barcelona los compañeros que faltaban. A las 7.00 AM nos pusimos en marcha y tras 1 hora aproximadamente llegamos a la boca C-12, una vez equipados accedimos bajando por el electrón (escalerilla de aluminio instalada en fijo) por un pequeño pozo, tras superar las gateras iníciales nos sorprendió encontrarnos con una masa de hielo compactado bajo un pozo de reducidas dimensiones por el cual progresas entre bloques y laminadores verticales que conducen a la boca C-13. A partir de ese momento nos disgregamos en dos grupos. El primero aceleramos el ritmo y superamos los primeros resaltes de pequeños pozos a lo largo de la galería. Una vez en la bifurcación de la “Travesía de los Paseantes” tomamos la red que conduce la Sala Camboya. Comenzamos descendiendo una serie de rampas ayudados por las cuerdas hasta llegar a un serpenteante meandro desfondado de gran belleza.
Las primeras cuerdas al encontrarse en galerías fósiles estaban en perfecto estado, pero a medida que nos acercábamos a la sala estas eran más activas y la presencia de agua en las cuerdas nos hacia reforzar las precauciones al revisarlas. Tras bajar los pozos y superar una gatera excavada artificialmente, Paso Laos, accedimos a la sala Camboya (-400m). Una vez en este punto se nos presentaba un reto, encontrar un paso entre el caos de bloques que conformaba el suelo de la sala y nos daría acceso a la zona activa de la cavidad en dirección al primer vivac, por suerte no nos demoramos mucho a encontrarlo gracias a unos reflectantes y de los hitos que nos condujeron directos al paso. Varios destrepes y un pequeño pozo nos depositan rápidamente en la sala Estrato, donde nos encontramos con el río, el cual nos acompañara de aquí en adelante, la presencia del agua era notable, había zonas donde el agua estaba estancada entre materiales impermeables y otras donde el agua conformaba un riachuelo que progresivamente aumentaba su caudal Poco a poco avanzamos por la galería que al principio es muy cómoda pero poco a poco se va complicando hasta llegar al meandro “impresentable”, muy estrecho e incómodo, al finalizar este descendemos por un par de cuerdas que nos dejan en un balcón sobre la sala Diósteles.
Dado que la calidad de la roca, una caliza muy blanda, recubierta de lo que parece barro, en esta zona fue dónde más problemas tuvimos, encontramos varias flores que para evitarlas cambiamos la cuerda, a la cual el agua y un gran roce había castigado fuertemente y prácticamente no quedaba camisa, viéndose las hebras del alma por completo. A la hora de reinstalar pusimos un tercer anclaje a modo de “quita miedos”, decidimos reasegurar con tornillos autoperforantes, aunque nos quedamos con cara de haba al ver como la broca del taladro penetraba la roca como si fuera mantequilla, además fraccionamos lo más vertical posible para evitar sacar el tornillo de la pared.
Tras bajar con suma delicadeza junto a una bella cascada llegamos a la base de la sala, un caos de bloques por el que se pierde el río. Continuamos por una galería de progresión horizontal totalmente fósil hasta llegar a la Sala Paso Caballo, donde aparecen las primeras formaciones interesantes de la cavidad, nos encontramos una cuerda para descender una suave rampa continuamos por la galería e inmediatamente llegamos al primer vivac, estamos a -580m.
Sabíamos que del vivac al Pozo de la Chufa, uno de los puntos más conflictivos de la cueva, había muy poca distancia, así que fue muestra de agrado ver que nuestra progresión dentro de la cueva era bastante fluida. Tras unos pasos estrechos cazamos de nuevo el río que por su meandro nos llevo en poco tiempo a la cabecera del Pozo de la Chufa, nuestras peores expectativas se cumplieron, la misma cabecera del pozo es el punto donde toda el agua de la que hablamos antes converge en un solo punto para caer por medio del pozo, una cascada de agua en forma de abanico regaba el pozo a un caudal bastante grande, sabíamos que a mitad de pozo en una repisa habría que cambiar una cuerda, con toda la cascada mojándonos en una sima pirenaica y con monos de cordura teníamos muchos números para coger una hipotermia, cosa nada aconsejable. Después de un pequeño debate se decide no continuar, aun así un miembro del grupo se quedo con las ganas de hacerlo pero acató la decisión mayoritaria de los otros dos y comenzamos el regreso al exterior.
Es destacable lo impresión que causa el Pozo de la Chufa, 80 metros de pozo instalado en piedra caliza muy blanda, y cuya cabecera estaba reasegurada a un puente de roca medio fracturado y además el agua como factor extra de mucha importancia. ¡Impresionante!.
Una vez de vuelta en el meandro desfondado, justo antes de llegar a la bifurcación de la Travesía de los Paseantes, alcanzamos a los compañeros del otro grupo que también estaban de regreso. Una vez en la boca cargamos las mochilas y nos dirigimos al refugio donde cenamos y dormimos maravillosamente después de 12 horas de intensa actividad.

El día siguiente lo dedicamos a recorrer el macizo por su exterior, localizando y reconociendo las bocas. Como el día era explendido casi se nos olvida hasta volver a comer. Primero localizamos la boca B-13, comienzo de la travesía de los paseantes. Posteriormente subimos a la parte alta del sistema localizando la boca más alta del sistema B-18, que se encuentra un poco por encima de la famosa Gruta Helada de Lecherines frente a su boca. Después nos dimos una buena pateada localizando infinidad de simas, muchas de ellas tapadas por tapones de hielo.

Fotografías de:

Francesc Poyatos
Raúl García