Primer año que se celebra este encuentro para juntarnos los amantes a estas actividades, se celebró en el valle de Bujaruelo, Torla (Huesca), en pleno pirineo Aragonés.
Puvimos posibilidad de elegir entre dormir en el albergue o en camping y coger o no las comidas. De nuestro Club fuimos el viernes 4 personas desde Zaragoza, Rubén, Raúl, Miguel Ángel y un servidor. Llegamos al camping anocheciendo y justo nos dio tiempo para plantar la tienda antes de que la noche se echase encima. Unos dormimos en tienda y otros en la camper, ¡ellos sí que saben!
Acudimos a la recepción de participantes, en el albergue y vimos que tampoco estábamos muchos, esperaban a más gente para el sábado. Nos presentamos todos y se nos informó sobre las actividades que se podrían hacer por la zona, nosotros lo teníamos claro desde hace días, realizar la travesía Grallera del Turbón – Cueva de Santa Elena. Así que una vez comentadas las jugadas de los grupos, nos retiramos a cenar y descansar para estar frescos en tan importante gesta, por lo menos para mí.

Al día siguiente, sábado, sabadete, madrugamos y andando a las siete, ya éramos 5, se nos había unido Beti, que menudo madrugón se pegó y camino p´arriba, durante una hora y media o un poco más, hasta llegar a la T1, Grallera del Turbón, a 1.949 metros de altitud, entrada más baja de las bocas superiores del sistema Arañonera. Impresionante como se pierde el hielo entre la oscuridad de la roca. Nos preparamos, alimentamos un poco y unos detrás de otro para el agujero. Elegimos un orden de entrada y progresión de manera que fuese lo más ágil posible. Primero Raúl y le seguíamos, Rubén, Beti, un servidor y Miguel Ángel. Aún no se había descolgado el primero y los que aun estábamos sentados alrededor de la boca vimos como se acercaban otros 3 espeleólogos, resulta que eran Benito Mata y compañía de ADEC, Asociación de Espeleo Canfran. Se tomaron su tiempo mientras almorzaban ya que nosotros éramos 5 e iríamos más lentos.
Me tocó mi turno, era mi primera travesía pirenaica, enganchado a la sirga plastificada que te lleva a la cabecera del pozo de entrada, que frío, se me quedaban las manos agarrotadas, no oia un ¡LIBRE! con las cuerdas tensas aun, esperé un buen rato hasta oír de muy lejos ya la voz de Beti. Me enganche y para abajo, vi como ya me alejaba de luz natural, y al mirar hacía mis pies estaba todo helado, era un gran bloque de hielo perpetuo, un poco blando ya (estamos a final de octubre), y por donde tenía que rapelar, una experiencia excitante.

El grupo se movía con cierta agilidad por la sucesión de pozos, estaban todas las cuerdas instaladas, de ello la rapidez. Llegamos a un primer pasamanos ascendente donde ya perdimos el hielo subterráneo, pero se empezó a notar la corriente de aire helador que provenía de las demás zonas del sistema. Como me acorde de la física de bachiller en los pasos más estrechos, efecto Venturi: consiste en que un fluido en movimiento dentro de un conducto cerrado disminuye su presión al aumentar la velocidad después de pasar por una zona de sección menor.

Llegamos a la gran rampa, con mucho cuidado que las piedras están sueltas y ruedan hacia abajo con gran velocidad. Más pasamanos y pozos, algún susto y frío en esos pozos más estrechos. El susto fue un mero resbalón en un pasamanos. Entre tanto pozo teníamos una tarea pendiente, era la reinstalación de alguna cuerda fija y el cambio de unos anclajes, de ello se encargaron Miguel Ángel y Rubén. En esta zona les adelanté e íbamos Raúl, Beti y un servidor y por otro lado los re-instaladores. Y al fin el ultimo pozo de la Grallera del Turbón, un pozaco de 90 metros, negro, negro. Con una maraña de cuerdas en la cabecera que solo pensabas en que la que tu cogieses no acabe a mitad de pozo. Increíble, 45 metros de pozo en un rapel guíado sobre un piso de oscuridad, que solo se perdía cuando miraba a Beti, hasta la repisa que te lleva al otro pozo de 50 metros, 3 veces fraccionado y ya en el río de Santa Elena.
Paramos, comimos y casi me echan a los perros por fumar, nos hicimos una foto de grupo y al agua, nos tocaba la galería horizontal por donde corre el agua del río subterráneo, una vez mojados hasta la cintura solo primaba el andar ligero para no pasar frío, lo cierto que a momentos tenía calor, que buena compra, eh, Miguel Ángel. Se sucedían los caos de bloques, sube, baja, trepa, destrepa. Probé los puentes que habían instalado semanas antes mis compañeros del club, buenos puentes y cómodos, mis felicitaciones por tan ardua tarea.

En esta galería horizontal yo estaba ya que no podía casi ni con el alma, entre el cansancio, las prisas por salir a la charla y el no dejarme ya casi ni parar, solo andar, andar y andar. A veces también es bonito disfrutar de estos lugares tan vírgenes. Por fin reconocí el pasamanos que había estado cambiando con Beti en una de las primeras incursiones a la re-instalación de la parte horizontal, ya estábamos casi en la entrada de Santa Elena. El último caos de bloques y un pocete ascendente de 20 metros que nos lleva a la galería fósil, unas gateras un poco anchas y al final ese viento helador que te indica cual es la ultima gatera de todas, meto la cabeza y el aire se intensifica con partículas que nosotros mismo movemos en suspensión, casi más que en suspensión arrastradas por la corriente de aire, empujo poco a poco mi querida amiga amarilla y se ve la luz, ya estamos en el abrigo de la Cueva de Santa Elena a 1.391 metros de altitud.

Serían las 18.30 cuando sale Miguel Ángel, el ultimo de nuestro grupo, foto y para el coche. Aun llegamos a la charla de la exploración de cañones en el Himalaya, una sopica caliente para templar la máquina y otra charla, pero está la tenía que dar Benito, el de Canfranc, que aún no habían llegado aunque habían entrado en la travesía un poco más tarde que nosotros, llegamos a pensar en ir en su búsqueda, cuando aparecieron. Expuso las exploraciones realizadas en la zona de Candanchu y antes de acostarnos estuvimos compartiendo experiencias y objetivos entre los asistentes al encuentro.
El ultimo día, domingo y con la hora cambiada, nos volvimos a juntar todos, después de desayunar, para las dos últimas charlas. La primera impartida por nuestro compañero Raúl versaba sobre el trabajo que nuestro Club ha estado haciendo los dos últimos años re-instalando la Cueva de Santa Elena del Sistema Arañonera y la segunda la impartida por nuestro Presi, Miguel Ángel, explicando el proyecto y los trabajos desarrollados por nuestro Club desde hace dos años en la limpieza intensiva de la Cueva del Muerto en Ricla (Zaragoza). A continuación nos despedirnos y partir cada uno hacia su pueblo. Raúl y Rubén aprovecharon para ir a localizar la boca de la cueva de Bujaruelo, mientras otros nos quedamos en el albergue ya de relax, rehidratando el cuerpo con un zumito de cebada.

Recogimos el campamento y de vuelta a Zaragoza, parando a darnos un festín en Fiscal de superación de la gesta.
Agradecimiento especial a mis compañeros, Beti, Raúl, Miguel Ángel y Rubén, por la paciencia, y sobre todo por la responsabilidad que conlleva el llevar a gente más inexperta, es de agradecer que en el Club haya gente dispuesta a “cargar” con noveles para que éstos puedan participar. GRACIAS.

Rafa Tello

Miguel Ángel López
Rubén Bermejo