El pasado 7 de Diciembre visitamos la Cueva del Asno, situada a escasos kilómetros de Soria capital. Quedamos en la localidad de Los Rábanos a las nueve de la mañana. Jorge y Sergio vinieron desde Zaragoza, a su paso por Tarazona les esperaba Rubén. Por otro lado, Miguel Ángel y Ángel partieron desde un pueblo de Soria, donde se encontraban pasando unos días. A su vez, Juantxi y Daniel llegaron por separado en su coche.
Para llegar a la cueva hay que cruzar la presa del pantano de Los Rábanos y seguir la carretera hasta llegar a un alto. Aparcamos los coches en una pequeña campa a la izquierda y comenzamos a equiparnos. Para esta cavidad no necesitaremos equipo de progresión vertical ya que su desarrollo es básicamente horizontal. Miguel Ángel y Ángel vinieron equipados de casa, el resto lo hicimos rápidamente. El día, aunque despejado, salió bastante frío. Así lo mostraba el pantano de Los Rábanos con sus aguas parcialmente congeladas.
Para llegar hasta la boca de entrada, seguimos un sendero que sale de la misma campa donde aparcamos los coches. Trascurridos diez minutos, llegamos a la principal boca de entrada. Existen otras dos entradas por las que podemos acceder a la cueva, pero su acceso es más complicado.
La entrada hay que hacerla de rodillas por un suelo de piedras sueltas, pero pronto nos ponemos de pie y podemos recorrer cómodamente El Paseo de las Hormigas, galería donde empezamos a observar las primeras formaciones. Desgraciadamente muchas de ellas se encuentran muy deterioradas, pues el fácil acceso a la cueva permite la entrada de personas que no saben apreciar dichas formaciones.
Pronto llegamos a la Sima del Perro, la cual bordeamos por una gatera entre formaciones en el lado izquierdo. A continuación, llegamos a la sala de los murciélagos, caracterizada por la presencia de dormideros en el techo y montones de guano en el suelo, indicadores de la actividad de estos mamíferos.
Proseguimos y pronto vemos la luz del exterior, que entra por la boca numero dos, bonita ventana circular que se asoma a las aguas del pantano. No obstante, continuamos nuestro camino hacia la galería Alto Duero, donde observamos bonitas formaciones y muy a nuestro pesar, pintadas de gran tamaño, como consecuencia de actos vandálicos. Finalmente, llegamos a la esperada gatera que da acceso al final de esta galería, dicha gatera ha sido desobstruida por el grupo Espeleológico Alto Duero. A pesar de ello, solo conseguimos pasar cinco de los siete compañeros integrantes del grupo.
Al otro lado de la gatera, observamos un cartel que informaba de la falta de oxígeno, aunque, por nuestra parte, pudimos recorrer la galería sin mayor dificultad. De éste último tramo, podemos destacar la gran cantidad de formaciones y su buen estado de conservación, gracias a la dificultad de su acceso. Por otro lado, también nos percatamos de unos extraños espeleotemas, raíces de árboles buscando humedad en la cueva.
Una vez que recorrimos la galería, nos reunimos todo el grupo y nos dirigimos hacia a la boca de entrada número dos, para comer y descansar en el exterior.
Una vez descansados, volvimos a entrar a la cueva, con la intención de visitar El Museo y la galería de la bala.
En la sala de El Museo observamos la gran cantidad de huesos a los cuales debe ésta su nombre. Tras unas cuantas vueltas, finalmente hayamos la gatera que da acceso a la galería de la bala. Esta es la parte más angosta de la cueva, pues se trata de quinientos metros de gatera, donde las rodilleras se convierten en una herramienta imprescindible y rara vez nos podemos poner en pie. No obstante, merece la pena ser recorrida por su excelente estado de conservación. Podemos observar diferentes formaciones entre las cuales destacamos: gours que casi llegan a cerrarse, nuevamente raíces de árboles en busca de humedad y al final de la galería, una gigantesca y bella formación.
Cuatro de nosotros llegamos hasta el final de la galería, realizamos unas fotos y decidimos volver, concienciados del angosto camino de vuelta.
Una vez reunidos todos, nos dirigimos a la salida, pues ya son las 17,30h y el cansancio ha hecho mella en nosotros. Para finalizar el día, tomamos algo en un bar en Los Rábamos mientras charlábamos distendidamente sobre próximas aventuras.
Escrito por: Rubén Oliver