Habíamos quedado a las 0.7:00 de la mañana pero unos imprevistos y un vital café mañanero nos han retrasado hasta las casi las 0.8:00. Al fin partimos, con los compañeros de Calatayud, Alejandro y Mamen, hemos quedado en Calamocha y con los oscenses, Maria Jesus y Chuse ya en Tous. En la furgoneta Javi, Rafa y yo, con ganas de descubrir la enorme sala del Campillo y todo lo que Valencia pueda ofrecernos. El viaje es largo, pero la conversación animada y las enormes plantaciones de naranjos que nos vamos encontrando durante el viaje nos distraen y antes de que nos demos cuenta ya estamos en Tous. Al final casi 5 horas de viaje con parada para comer algo incluida.
En Tous nos encontramos con los oscenses que ya llevan un rato en el pueblo, recorriendo sus calles y observando sus bonitos jardines con plantas tropicales ausentes en nuestras latitudes. Nos acercamos al ayuntamiento para enseñarles el permiso, que nuestro presidente pidió ya hace unos días de la zona de acampada libre. Nos reciben con muy buen trato, agradable y encantados de tener espeleólogos aragoneses interesados en conocer sus cuevas, nos dan mapas e indicaciones de como encontrar ambas simas, la del Campillo y el Serrano.

Las horas van pasando y aún no hemos encontrado ninguna de las dos entradas así que partimos. La carretera de acceso a las simas es la misma que cruza el pueblo dirigiéndose hacia el pantano de Tous. Sin embargo en el cruce que marca la dirección de éste nos dirigiremos a la derecha. Hay varias reseñas que explican muy bien como encontrar ambas simas de manera que no insistiré en el tema. Tan solo decir, que una vez encontrado el cartel que indica la Sima de Llenca del Serrano, para llegar hasta la del Campillo habrá que seguir por la pista poco más de un kilómetro hasta hacer el giro a la derecha en una caseta de paredes y techo rectos.

Tras atravesar el barranco que flanquea la senda y observar como toda la zona sufrió un incendio hace no mucho, pues su huella en la vegetación es todavía evidente, llegamos a la boca de entrada. La instalación está con spits principalmente, hay tres parabolt pero tan solo sirven para montar el pasamanos que nos acerca a la cabecera de la instalación. A partir de aquí dos fraccionamientos con un spit y finalmente la instalación de descenso montada con dos spits. Hemos empleado una cuerda de 80 metros y como veremos más adelante aún sobrarán casi 10 metros abajo. Javi ha sido el “afortunado” de encargarse de la instalación.

Comienza el descenso, el rápel es sencillo como todos los volados, pero la profundidad y la enormidad de sala que se va perfilando con nuestros frontales conforme bajamos, produce cierta congoja tan solo amortiguada por el enorme placer de encontrarnos aquí. Es un descenso para realizar con calma, disfrutándolo, ya que en el techo se encuentran formaciones que desde abajo no se alcanzarán a ver. Estalactitas de todos los tamaños, macarrones y formaciones de cortina recuperan su neutral oscuridad conforme los metros de cuerda van pasando hasta que descendemos los 60 metros de rápel que tiene este pozo.

Una vez abajo, lo primero que me llama la atención es que no me siento como en el resto de las cuevas en las que he estado. A excepción del pozo de salida, todo lo demás está sumido en la oscuridad constante de las cuevas, pero sin embargo el aire no está cargado, se escuchan sonidos del exterior y sobre todo, el no estar encerrado en alguna gatera estrecha e incómoda me obligan a pensar que todavía permanezco en la amplia superficie.

Comenzamos a explorarla, no existe un recorrido aparente, o mejor dicho, todos los caminos son igual de válidos ya que al ser tan amplia hay que recorrerla con minuciosidad para no dejarnos escapar alguna sorpresa escondida. Primero nos dirigimos hacia la pared que más lejos esta de nosotros, la pared O. En el camino de descenso nos encontramos con auténticas torres de 10 m de discos. Nunca antes había visto este tipo de formación de esta envergadura, pero claro, es fácil imaginarse lo que se esparcirá al chocar contra el suelo, una gota que caiga del techo a más de 60m de altura. Sin embargo, no todo en la cueva presenta estas grandes dimensiones y hay que prestar atención a los pequeños detalles, como varios pequeños discos de diferentes tonalidades que son toda una delicia, hasta varios corrillos de pisolitas se pueden encontrar si se presta atención. Seguimos bajando más y más la cueva en su cota más baja tiene – 118m, hasta que finalmente llegamos al fondo de la cavidad. Un compañero de un club espeleológico valenciano nos ha informado que en esta zona es habitual ver una zona inundada gran parte del año, sin embargo hoy el nivel freático debe estar más bajo porque no encontramos agua. El fondo es barro principalmente y presenta curiosas barranqueras por las que se irá percolando el agua poco a poco hasta las profundidades de la Tierra. Al girar nuestros pasos podemos observar maravillados las enormes dimensiones de esta cavidad. En el techo, el pozo de salida brillando como un pequeño astro en este mundo subterráneo, en medio, la enorme montaña que acabamos de bajar y por doquier farallones de discos enormes que, lentamente pero sin pausa, siguen creciendo en silencio y ajenos a nuestra presencia.

Es sin duda una visión que a bien haremos todos en guardarla en nuestra retina, y como no, en nuestras fotos también para poder compartirla. Las horas se nos pasan volando y tras la sesión de fotos decidimos explorar la parte superior de la cueva, donde entre otras cosas encontraremos una enorme columna de más de 30m de altura. En su pared sur encontramos una cuerda que baja desde una galería que se perfila a unos 20m de altura. Como se va haciendo tarde decidimos no explorarla, ya volveremos en otra ocasión.

Salimos de la cueva y nos dirigimos al pueblo de Tous, la zona de acampada está pasado el pueblo, un buen sitio para pasar noche, con baños y grifos con agua potable, en verano también abren las duchas, aunque tal y como estamos de cansados nos da lo justo para cenar y al sobre. El domingo toca la sima Llenca del Serrano, al llegar a la boca nos encontramos con compañeros del club C.M.E.X, que tienen dos focos conectados a un generador ya que uno de sus integrantes va a filmar un documental acerca de las cuevas. La cabecera presenta dos fraccionamientos instalados con spits y el pozo de bajada, con dos spits; la instalación permite montar dos cuerdas. Así que bajamos de dos en dos el pozo de 46m, que tras el de ayer se me antoja un juego de niños.
Se trata de una cavidad también inmensa, sin embargo un muro divide en dos la sala restándole espacio. Para alcanzar el otro lado de la sala hay que cruzar este muro que se hace más cómodamente por su izquierda para alcanzar su cresta, y ya en flanqueo cruzar al otro lado. Este lado de la sala ya presenta formaciones, observando enormes coladas y cortinas colgando del techo. Buscamos el paso a la “Capilla Sixtina” como la llamó un compañero de Valencia el día anterior. Se encuentra escondido en la pared de la derecha conforme se baja del muro, flanqueado por coladas y estalactitas que lo encierran, el paso consiste en una estrecha gatera en la que se ascenderá un par de metros hasta llegar a la nueva sala. La verdad que la “Capilla” es toda una delicia, un macarrón fino y estilizado de casi 10m es lo más llamativo, pero hay muchos más poblando el techo. Además de columnas, coladas, cortinas y caprichosas formas de calcita que se encuentran concentradas en esta sala, en la que se mire por donde se mire se encuentra algo nuevo y único que hace obligada su visita.
Macarrón imposible

Recuperamos fuerzas con una buena dosis de sidra que nuestro maestro gaitero nos sirve con maestría y finalmente iniciamos el ascenso. Al aproximarnos a la cueva nos fijamos en unas señales en el camino de otras cuevas y decidimos explorarlas también. Por lo que hemos hablado con los compañeros de Valencia, la cueva de Candils es posiblemente la más atractiva así que allí que nos dirigimos. La cueva se encuentra a media ladera en un barranco precioso, que similar a los de Guara serpentea en su descenso y alberga mucha vegetación, todo un alivio en el día caluroso que nos ha salido. No es muy profunda, pero nos deleita con bonitos meandros y enormes gours, alguno de ellos con paredes de más de un metro. Saciadas nuestras ganas de cuevas vamos a darnos un merecido chapuzón en el pantano de Tous que se encuentra bien cerca de donde estamos. Un final inmejorable para este magnífico fin de semana que a pesar de la distancia recorrida, bien ha merecido la pena el viaje.

Fotografías y texto de:

Victor Omedes