Hora de salida desde Zaragoza: 17:15

Hora de llegada a Zaragoza: 03:15

Integrantes: Mariano, José, Iván y Anabel.

La idea inicial era ir el día festivo (5 de marzo) pero no se pudo ¡pues eso no va a ser un impedimento para estos espeleólogos! Ya descansaré otro día, pensé. Pues allá que fuimos, entre semana y después de trabajar.

Uno de los ‘inconvenientes’ de la logística para mí era cómo ir al trabajo con dos petates llenos de material, los compañeros de trabajo me vieron llegar cargada con dos bultos raros algo manchados de barro y me dijeron si iba a trabajar o de parranda…suerte que me vieron pocos. Menos mal que Iván trabaja al otro lado de la carretera, así nos coordinamos más fácilmente para acudir a Plaza, donde nos encontraríamos con Mariano y José. El ambiente era festivo, con muchas ganas. Cómo nos gusta eso de meternos bajo tierra ¡y más tener a gente que propone estas pequeñas locuras que dan vidilla a la vida!

‘Está a 45’ de Zaragoza’, ‘no, está a algo más de una hora’, ‘bueno, está cerca de Borja, ¿no?’, ‘no, por Borja no sé si pasamos, es de camino a Borja’. Frases de este tipo iban sonando en el coche entre risas y bromas y algún que otro tema serio relacionado con el amor verdadero y esas cosas de cuentos. Finalmente era más de una hora de camino y yo no recordaba (aunque había estado allí unas 4 veces antes de ese día…mala memoria) en que pueblo está ni que caía tan cerca del Ojo de la Valjunquera.

Paramos a tomar un cafecito en un bar de estos que, si no fuese por el cartel de Ambar, no dirías que es un bar. Les propongo lo de instalar, que tengan paciencia, que algo había hecho, pero hacía bastante tiempo. Sin problema, adelante, me dicen. Iván puede desinstalar y así los novatos hacemos algo de provecho. Cada vez con más emoción y ganas de entrar. Yo comento que estaría bien llegar a la boca con luz porque es más fácil de encontrar. ‘Claro que nos da tiempo’, ‘bueno, bueno’, les digo yo.

Una vez allí (casi de noche),  hace un viento horrible, casi arranca la puerta del coche al abrirlo. Nos cambiamos bastante rápido, principalmente para no congelarnos. A mí la zona me sonaba y recordaba que la boca estaba en el otro lado de la ladera, pero exactamente, ¡ni idea! Mira que si después de viaje hasta allí no la encontramos siendo además que hemos estado varias veces tres de nosotros…Yo no las tenía conmigo, si hubiese sido por mí, aún estamos buscando la entrada, pero José nos llevó directamente y sin titubeos, creo que nos dijo que no recordaba muy bien donde estaba para ponernos nerviosos.

¡Una vez dentro tuve hasta sensación de calor!, que a gusto se está bajo tierra. Ensaco la cuerda y me dejan ponerme manos a la obra. Bueno, el ritmo era el de alguien que sabe hacer nudos, pero nunca se ha fijado en el sentido en el que tiene que salir el cabo que vas a seguir utilizando, ni en que las dos ‘orejas’ del ocho de doble seno no se pueden entrecruzar, ni mil y un detalle más que fui descubriendo, muy majo José ayudándome y con paciencia infinita. Yo me ponía nerviosa no porque pensara que la instalación no fuese a aguantar sino porque los tenía a los tres detrás de mi esperando…bueno, todo suma. Poco a poco fui cosiendo las instalaciones del pasamanos de acceso al primer pozo con fraccionamiento y aquello fue haciéndose transitable por mis compañeros. Mientras, Iván nos sacaba fotitos del proceso, lento, bastante lento, pero creo que si volviera me costaría un tercio (eso es mi esperanza jajajaja). ¡Qué chicos tan majos que no se quejaron de nada! Les debo unas cervezas otro día.

El segundo pasamanos nos lleva a la cabecera del siguiente pozo que tiene un fraccionado volado, el punto más técnico e interesante de la visita, si eres muy alto es bastante incómodo (no es mi caso). Compruebo la cuerda y no llega al suelo (eso me pasa porque los pasamanos no están todo lo tensos que deberían), tenemos que poner otra cuerda. Mariano baja desde otra cabecera y nos encontramos los dos colgados en un metro cuadrado. Ágilmente monta la cabecera y para abajo, le sigo y toco suelo firme, finalmente la circulación de mis piernas vuelve a fluir.

Una vez tenemos la última cuerda con nosotros termino de montar el último rápel que da lugar a la diaclasa. Nada más empezar a subir con la ayuda de la cuerda me voy de bruces, se ve que había llovido hace poco y había una capa de barrillo fino que no agarraba nada, me costó un rato llegar arriba y eso que utilicé la pared para hacer oposición. Llegamos a la gran sala OJE donde está la colada enorme en forma de medusa. Hay una colonia de murciélagos, puede ser el ratonero porque es diferente al de herradura ya las alas no le cubren el cuerpecito. Que monada, me encantan estos animales. Toca sesión de fotos y vuelta para arriba, que ya es hora.

Iván va desinstalando rápidamente, todo un fiera. Una vez arriba, tras redistribuir el material, felicitarnos y darles las gracias a José y Mariano por compartir su sabiduría con nosotros, nos ponemos en marcha hacia el coche. Mismo viento, más frío. En poco tiempo estamos todos dentro del coche pensando en la ducha que nos daremos al llegar a casa. De camino, es inevitable comentar los detalles y pensar en las futuras salidas, que todos esperamos que sean pronto.