Buscando buenas simas para ir cogiendo destreza decidimos marchar a la zona del Alto Tajo, un auténtico paraíso para los espeleólogos de la zona centro que la utilizan como escuela para formar nuevas generaciones de espeleólogos. Para esta aventura nos reunimos Coves, Mariano, Raúl y Miguel Ángel, los dos primeros habían quedado en Zaragoza, Miguel Ángel se incorporó desde Soria y Raúl ya estaba pasando el fin de semana en la zona. El punto de reunión elegido fue una bonita Casa Rural en las Salinas de Almallá, donde pudimos degustar las excelencias de los embutidos de la zona para cargar nuestras fuerzas. Emprendimos viaje por una carretera con buen firme y bello paisaje pero rampas de hasta el 13%, que tras repetidas subidas y bajadas nos conduce por la CM-210 hasta Poveda de la Sierra, donde poco después de esta tomamos a la derecha un desvío que toma la CM-2101 que nos lleva a Peñalen y posteriormente se dirige a Villanueva de Alcorón. En el pk.10.900 nos desviamos a la izquierda tomando una pista forestal, que pasando por el antiguo aeródromo, nos introduce en el Bosque de Valsalobre.

Después de varios kilómetros por pistas en bastante buen estado, llegamos a una torreta de vigilancia forestal en cuya base existe un pequeño refugio, donde es posible pernoctar. Continua la pista pero ya en peores condiciones, y para un turismo que llevábamos nosotros se hizo peligrosa, por lo que decidimos aparcar el coche en un lado de la pista. Como ya estábamos bastante cerca nos equipamos y preparamos el material comenzando a andar inmediatamente, en poco más de diez minutos llegamos a la boca de la Sima Juan Herranz I, uno de nuestros objetivos. Un nutrido grupo de espeleólogos había llegado antes que nosotros; los compañeros del Club Abismo de Guadalajara, que estaban impartiendo un curso de iniciación, y habían instalado varias de las cavidades que nosotros pretendíamos descender. Tras charlar un rato con ellos que no comentaron las cavidades que estaban usando en el curso, decidimos dirigirnos a la sima Z-3, aunque intentamos seguir las indicaciones de la reseña que llevábamos anduvimos rato despistados ya que perdimos la pista que nos acercaba hasta ella y hasta que no la recuperamos y vimos unos mojones no fue posible llegar hasta la dolina donde esta su boca. Nunca es tarde si la dicha es buena y procedimos a su instalación, intentando encontrar la mejor adaptación de las cuerdas que llevábamos a la fisonomía de la cavidad. Anclamos la cuerda a un árbol cercano y empezamos a descender por una grieta hasta alcanzar la cabecera del primer pozo P21, al instalarlo nos damos cuenta que la cuerda tiene un roce un metro por debajo de la cabecera que protegemos con una manguera que llevamos para estas ocasiones, aunque en este punto sería más conveniente colocar un desviador. A los 15 m. aproximadamente un por de spit poco evidentes hacen que nos alejemos un poco de una rampa con piedras sueltas que nos nos lleva hasta el siguiente pozo P31, un tubo vertical que se desciende totalmente en aéreo. Llegamos a la base de este y tenemos que remontar un metro para colocarnos en la cabecera del pozo final P44, en la que nos encontramos un par de anclajes del tipo”long life” aunque no los usamos ya que los antiguos spit están colocados de forma que la cuerda no roce, cosa que con estos nuevos si lo hace. Este pozo es sin duda la mejor recompensa, ya que tras comenzar algo estrecho se abre y con sus lavadas paredes nos permiten contemplar toda la tirada hasta su base a la que llegamos después de haber fraccionado en su mitad. Ya en ella Coves se aventura por el estrecho y angustioso meandro un largo trecho, y tras un largo rato volvió cansado y con algún que otro jirón en el mono. Tras unas fotitos para inmortalizar el momento nos preparamos para la larga subida. Mariano recibe aquí su bautismo de fuego, los casi 100m de vertical limpia pondrán a prueba su entusiasmo por la espeleología. Con mayor o menor destreza todos iniciamos el ascenso, bastante cómodo por la limpieza de las instalaciones . Tras la larga sucesión de libres salimos todos de la cavidad con hambre de verticales. Después de recoger el material y tras un breve debate decidimos ir en busca de otra sima. Reponemos líquidos y nos dirigimos a la boca de Juan Herranz I para ver si los compañeros del Club Abismo habían acabado en esa cavidad y podíamos entonces nosotros descender hasta su primera, y mas bonita sala. Al llegar a la boca nos encontramos con gran cantidad de espeleólogos que nos indican que aun siguen en ella, pero nos ofrecen la posibilidad de utilizar las cuerdas con que han dejado equipadas varias cavidades para proseguir el día siguiente. Mientras decidimos cual hacer nos damos cuenta que algunas de las chicas de este Club son bastante coquetas, y entran en las cavidades con la cara bien maquillada, nosotros no estamos acostumbrados a ver muchas mujeres en las cuevas y menos aun así de elegantes, así que empezamos a pensar como hacer que las chicas se apunten a venir con nosotros en este tipo de aventura. Como el tiempo apremia dejamos el marujeo para otro momento y aceptamos su ofrecimiento decidiendonos por visitar la Sima Juan Herranz II. Les agradecemos su amable gesto y sin perder tiempo nos dirigimos hacia su boca.

La boca de la Sima Juan Herranz II dista apenas cien metros de su hermana la I, y aun teniendo un gran mojón que nos indica donde está, nosotros nos lo pasamos y nos costo un poco encontrarla. Mariano decidió que ha tenido bastante para su primer día y nos esperará fuera. Sin demoras, ya que la hora apremia, iniciamos el descenso que discurre fluido al tener todo instalado.Una primera vertical de 11 metros seguida inmediatamente de un resalte de 3 metros nos lleva a una diaclasa que se desciende por una corta rampa que lleva hasta la cabecera del gran pozo P68, que se divide en tres partes P32, P9 y P27. Al primer tramo, de absoluta verticalidad en aéreo., se accedimos con la ayuda de un pasamanos y haciendo oposición con la espalda cogimos la cuerda, la subida fue un poco más complicada ya que hubo que tirar de brazo para salir de la vertical. Después llegamos a un caos de bloques empotrados que se halla dividiendo en dos el gran pozo, descendemos el P9 que nos deposita sobre un bloque por el que transitamos asegurados en un pasamanos. Coves que va el primero comienza el descenso del P27, mientras Raúl se da cuenta que por encima del bloque hay una cuerda que se dirige a una ventana en la pared del pozo y que supuestamente debe dar aun pozo paralelo, aunque la topo que nosotros llevamos no lo refleja e imaginamos que se esta explorando, queda para otro día la visita de esta ventana y continuamos el descenso de este pozo que tiene un fraccionamiento en su mitad aproximadamente. ya en el fondo del gran pozo una ventana colgada nos conduce a la siguiente vertical de 11 metros que desemboca en una caos de bloques en donde tomamos una rampa muy empinada de tierra que nos deja en la cabecera de un pequeño pozo de 4 metros. Satisfechos por la espectacularidad del descenso y viendo que se hacía tarde decidimos dejar la visita al lago y al meandro para otro día, hacemos acopio de las fuerzas mentalmente ya que ninguno habíamos bajado comida ni agua (grave error por nuestra parte) y emprendemos el ascenso. Unos con más esfuerzo que otros vamos subiendo las largas tiradas y antes de darnos cuenta ya estamos en el exterior, en dos horas y cuarto habíamos bajado y subido los tres espeleólogos, gracias, eso sí, a los compañeros del Club Abismo y a las cuerdas por ellos instaladas. Por otra parte comentar que la instalación en la Sima esta realizada en su mayor parte con químicos, además hay innumerables spit de las viejas instalaciones que aun se pueden emplear, y que aunque parezca una sima asequible hay que tener una buena forma física y un buen conocimiento de las técnicas espeleológicas para su visita. Sin más dilación recogemos los equipos y nos dirigimos al coche, pues dentro de poco se hará de noche y la orientación en la intrincada red de pistas que nos ha traído hasta aquí se vería muy dificultada con la escasez de luz. Llegamos a la carretera asfaltada con las últimas luces y más relajados llegamos a Salinas de Almallá, donde nos despedimos y cada uno parte a su destino, seguros de que esta noche no nos dormiremos sin rememorar los abismos sondeados esta jornada.

Fotografías de:

Miguel Ángel López