Todos en el punto de encuentro.
Por tercer año consecutivo y en segunda edición este año, organizamos una visita a una conocida cavidad zaragozana, para que todo el que quiera pueda conocer este bello y duro deporte. Lo primero, y más importante, es agradecer a todos los que vinieron su asistencia y disculparnos ante los que no lo pudieron hacer por haberse completado y superado el número máximo de participantes; en próximas fechas llevaremos a cabo otra jornada exclusiva para ellos y tanto a los unos como a los otros reiterarles que tienen nuestra puerta abierta para cuando quieran.
En esta edición hemos quedado muy satisfechos y podemos decir que ha sido la más exitosa hasta la fecha, por la cantidad de participantes, por sus ganas y en general porque todo ha salido bien.

Eran las ocho de la mañana cuando habíamos quedado en la puerta de la Junta Municipal Miralbueno, donde tenemos un pequeño cuarto con el material del Club. Poco a poco los participantes iban llegando y nos empezamos a conocer, ya que salvo un par de ellos con todos los demás solo nos habíamos comunicado a través de internet o por teléfono. Casi todos los inscritos eran noveles en esta actividad aunque un par de ellos hacían barranquismo, los participantes previstos eran diecinueve pero al final solo acudieron diecisiete que junto a tres monitores y otros dos miembros del Club partimos por la A-II hacia La Almunia de Doña Godina, la cual atravesamos y continuamos por la carretera que va hacia el antiguo Parque Mularroya, ahora destruido para hacer una presa que seguramente no se llenará nunca, al poco en una curva de la carretera donde queda parte del antiguo trazado en donde aparcamos los vehículos que no eran todoterreno y tras cambiarnos y comer un poco subimos por la pista que discurre paralela a la autovía hacia unos repetidores y unas torres de electricidad por la que subimos durante poco más de kilómetro y medio hasta que nos encontramos una gran valla de alambre que produce un impacto visual lamentable y que según reza un cartel fue colocada por la D.G.A. rodeando la Cueva del Mármol, explicamos brevemente lo que íbamos a realizar y tras repartir cascos e iluminaciones empezamos a organizar los grupos. Uno de los monitores se había adelantado y colocó en el pozo de entrada una escala de diez metros con su cuerda de seguridad y otra cuerda más para descolgar con seguridad a los participantes. Los primeros seis en descender el pozo continuaron con Javier y Mariano hacia el interior de la cavidad, la primera dificultad que se encuentra es una diaclasa inclinada en donde existen varios pasos estrechos denominados “de los Guardias Civiles” en los que hay que arrastrarse cogiendo bien la postura correcta para superarlos, en estos momentos viene el primer apuro; los cinco siguientes parten con Miguel-Ángel para atravesar la primera dificultad, cosa que logran sin mayores problemas, alguna de ellas parece que se mueve como pez en el agua aunque era su primera vez en una cueva; por último, los seis restantes descienden y junto a Raúl y Coves comienzan su recorrido. Poco a poco la galería va creciendo de tamaño, aunque atravesamos algún que otro paso arrastrándonos, el tránsito lo hacemos ya totalmente de pie, ya casi en el final de la galería superamos varios bloques y llegamos a una sala donde nos juntamos todos y pudimos comentar lo que hasta entonces había sucedido; realizamos varias fotografías y los dos primeros grupos continúan por el ramal norte mientras el tercero entra en la Galería del Barro para darles tiempo. Primero superando un pequeño desfondamiento para continuar por una galería en donde podemos ver las primeras excéntricas, después llegamos a una pequeña sala donde a través de unas columnas llegamos a un destrepe de unos tres metros para inmediatamente después volver a ascender otros cuatro metros y atravesar un paso estrecho conocido como “Paso de la Bellota” en el que hay que coger muy bien la postura para poder atravesarlo, todos lo hicieron a la perfección siguiendo las indicaciones de los monitores. Ya al otro lado del paso, en una pequeña sala, nos agrupamos todos y continuamos por la galería, ahora de reducidas dimensiones, hasta que realizamos un destrepe de unos tres metros y que vuelve a dar grandes dimensiones a la misma y que al poco conecta con una galería perpendicular, antaño cauce de un río, que continuamos hacia el sur y llegamos hasta su final donde las paredes están plagadas de pequeñas formaciones de aragonito blanco, en este punto hicimos unas fotos, comentamos con los participantes sus impresiones y comenzamos el regreso hacia el exterior. Una vez que llegamos a la bifurcación hicimos tres grupos, uno visitó el ramal noroeste y los otros dos fueron saliendo espaciados hacia el exterior ya que así evitamos aglomeraciones en la base del pozo. Todos salimos sin ningún incidente (pero sí que algún que otro susto por aparatosos resbalones sin consecuencias) y sin ningún problema en los pasos estrechos, el pozo fue remontado por la escala y asegurado con una cuerda que superaron sin mayor dificultad que el propio esfuerzo físico. Una vez en el exterior recogimos todo, nos cambiamos de ropa y mientras dábamos buena cuenta del segundo bocadillo comentamos las impresiones y sensaciones vividas. Solo quedaba reiterar la invitación a próximas actividades y tras despedirnos emprendimos el viaje de regreso.

Fotografías de:

Miguel-Ángel López
Roberto Coves
David Hernández
Raúl García