Cuando nos juntamos en Huesca Raúl, Emilio, Diana, Guillermo, Chusé, Carol, Carlos y Beti, una de las preguntas que nos hicimos fue: “¿Por dónde vamos, por La Peña o por Arguis?”. Raúl enseguida contestó: “Por Arguis”. Y así lo hicimos.

El aparcamiento es fácil de reconocer por el panel informativo que anuncia el barranco. Estacionamos los dos vehículos con la precaución de no obstruir el camino de acceso a un campo que encontramos en desuso.

Desde el mismo panel informativo sale una clara senda que nos hará cruzar el río Garona y poco a poco ir realizando la aproximación. A los 15 minutos aparece una bifurcación marcada con un gran mojón de piedras, incluso con una pequeña cinta de balizar de uso 30 cm. anudada en una rama. El camino de la izquierda se va acercando al cauce del barranco de Moliniello y será por donde acabaremos nuestro descenso y volvamos a los coches. El camino de la derecha comienza a ganar altura rápidamente hasta dejarnos en la cresta de esta loma.

Continuando por el sendero bien marcado enseguida encontramos otro gran mojón que nos indica un cambio de dirección. Nos desviaremos del camino hacia la izquierda y comenzaremos a perder altitud. A partir de aquí el sendero va desapareciendo y volviendo a aparecer, pero se progresa bien dirigiéndoos hacia el este. Vamos encontrando mojones, alguno bastante curioso ya muy cubierto de musgo.

La visión de dos paredes enfrentadas nos anuncia el comienzo de nuestro descenso. Hemos tardado 1h. 30´ en llegar hasta aquí.

A las 13:00 ya estábamos cambiados y almorzados, y fuimos en busca del primer rápel. Como habíamos previsto, las pozas estaban limpias, pero no corría ningún “hilo de agua” como alguno habíamos imaginado.

Resulta sorprendente la correcta instalación de este apartado y poco frecuentado barranco. Tres anclajes químicos en cada cabecera, dos de ellos unidos con cadena y doble anilla. Los que acaban en una poza están preparados con un anclaje químico para instalar rápeles guiados.

La poza que más cubre es la que nos recibe al final del segundo rápel y a mí, que soy de la talla de la bandurria, apenas me llegaba el agua a la cintura.

Aunque el día había amanecido frío, no era esa nuestra sensación. Estábamos cómodos y disfrutamos mucho conociendo rincones de esta foz y embelesándonos con las capas de hielo formadas en las pozas y con algún que otro chuzo. También vimos tritones. Habrá que tener cuidado.

El quinto rápel de 18 mts. es muy arrampado, sobre todo en su parte final tras una pequeña poceta intermedia. Nosotros usamos la cuerda en los 18 mts.

Cuando terminamos de recuperar la cuerda del último rápel son las 15:40. Hemos tardado 2h. 40´.

En unos 18 minutos estamos en los coches y agradecemos el solete y la agradable temperatura que se ha quedado e este anticiclónico día de invierno tras una noche heladora.

TEXTO: Beti

FOTOS: Emilio